Cómo cultivar lavanda y espliego en el jardín o huerto casero
La lavanda es una planta mediterránea ampliamente conocida por su uso medicinal, pero también comestible. Además, existen multitud de remedios con la planta seca y su aceite esencial, ya sea como ingrediente cosmético o en saquitos para perfumar el armario. No hay duda de que es una planta excepcional en usos y propiedades, y por ello muchos disfrutamos de su compañía en el jardín y huerto familiar. Con unos consejos básicos, verán que es muy fácil de cultivar.
Características de la planta de la lavanda
La lavanda (Lavandula officinalis o Lavandula angustifolia) es un arbusto perenne de la familia de las labiadas de hasta 1,5 m. de altura. Tallos leñosos cortos provistos de densa pilosidad grisácea. Hojas lineares, más anchas hacia el ápice o lanceoladas de hasta 10 cm de longitud con el borde habitualmente revoluto. Las hojas jóvenes, tomentosas, las adultas lisas y verdosas. Flores reunidas en espigas de color violeta claro al final de unos tallos floríferos muy alargados. Espigas de 6 a 10 flores sin brácteas coloreadas en el ápice, pegajosas al tacto por la gran cantidad de aceite esencial que las impregna. Brácteas de color púrpura, ovales y con siete nervios. Su olor, similar al alcanfor, resulta más fuerte que en otras lavandas.
Florece desde mediados de primavera hasta finales de verano.
Clima y emplazamiento de la lavanda
En su hábitat natural, la lavanda crece en terrenos secos y soleados, llenos de piedras junto con otros arbustos y plantas como el romero, abrótano, tomillo, etc. Prefiere los suelos pobres de naturaleza calcárea y bien sueltos a los suelos profundos y fértiles. Es estos últimos, la planta crece más pero produce menos aceite esencial.
El terreno ideal es aquel que permite un perfecto drenaje por lo que, si es posible, es mejor plantarla sobre laderas inclinadas, expuestas al sol, con tierras ligeras y sueltas con mucho componente arenoso y con una buena ventilación. Se evitarán los terrenos arcillosos y aquellos que permiten un estancamiento del agua. Los terrenos calcáreos son los que producen aromas más destacados.
Es una planta que debe cultivarse en lugares cálidos, puesto que aunque aguanta temperaturas entre – 10 y – 15 ºC, estas no favorecen la producción de aceites esenciales.
Suelo, abonado y tareas de mantenimiento de la lavanda
La lavanda prefiere suelos bien sueltos por ello, antes de realizar la plantación, es conveniente arar bien el terreno hasta una profundidad alrededor de medio metro. En este momento añadiremos estiércol. Durante el invierno se efectuará un abonado a razón de unos 200 kg /ha de sulfato potásico y superfosfato cálcico y unos 300 kg/ha de sulfato amónico. Una dosis de abono mixto 10-10-10 a razón de 500 kg / ha a finales de invierno puede ser interesante. Abonar lo más lejos posible de las plantas para que no se quemen.
Para una buena producción y mantenimiento de la planta, es necesario mantener las hierbas fuera de la plantación. Una arada superficial a principios de primavera, un par después de la cosecha y otra en invierno ayudarán a mantener el campo limpio.
Para favorecer el arraigo de la planta durante el primer año, es conveniente pinchar todas las flores. Después de la recolección y durante el resto de su ciclo vital, que suele durar unos 10 años, es importante cortar todas las ramas foliares hasta la altura de las hojas.
Riego de la lavanda
En plantaciones extensivas la lavanda es una planta que aguanta bien la sequía. Plantada en secano, solamente necesita regarse cuando se plantan los esquejes hasta que estos arraiguen bien. Una vez en el terreno, la lavanda tiene suficiente con el agua de lluvia, aguantando bien hasta con un régimen de precipitaciones de 300 ml anuales.
Las plantaciones sometidas a un riego moderado mensual durante la época de crecimiento aumentan la producción llegando a producir el doble que aquellas realizadas sobre secano. El mejor riego es el goteo y se ha de evitar el riego por aspersión que puede desarrollar hongos.
Puede plantarse en lugares con lluvias abundantes pudiendo aguantar hasta 1200 litros anuales con tal que la tierra tenga un buen drenaje y el agua no se acumule en el terreno.
Cuando la planta se utiliza como flor de maceta, necesita un riego adicional semanal, más bien moderado. Se recomienda en estos casos, colocar unas pocas piedras en el fondo de la maceta, para favorecer el drenaje y la oxigenación de la tierra y las raíces.
Reproducción de la lavanda
La lavanda se puede propagar mediante semillas, esquejes y acodos. Véase el artículo donde se explica cómo propagar la planta.
Recolección y conservación de la lavanda
La recolección de las flores se efectuará a partir del segundo año de floración entre los meses de junio y setiembre. Se debe cortar la flor en días secos, nunca en días lluviosos o después de lluvia. Se secará a la sombra y se conservará en recipientes herméticos y secos al amparo de la luz.
Enfermedades y plagas del cultivo de lavanda
La planta es bastante resistente, pero puede verse atacada por ciertos patógenos, especialmente si las condiciones de cultivo no le son favorables (demasiada humedad o poca insolación, por ejemplo). Véase el artículo sobre los problemas de enfermedades y plagas en cultivo de lavanda.
Más información sobre las propiedades y contraindicaciones de la lavanda.
17 febrero, 2022