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Historia del jardín islámico
El jardín islámico se fundamenta sobre la tradición anterior. Sus fuentes básicas de inspiración son los jardines babilónicos, egipcios, romanos y griegos. De los primeros adopta su geometría y el concepto de jardín como un lugar de placer. De los egipcios consigue aprender su dominio sobre el agua. De los romanos adopta las galerías con columnas que dan al patio central por una parte y se abren a las diferentes estancias por la otra. De los griegos la cobertura de los caminos con losas.
El jardín islámico gira en torno a la importancia del agua. En una cultura que tiene su base en un zona muy seca la existencia de agua y su valor dentro de su paisajismo cobra un papel fundamental. El agua, además de ser útil para regar el jardín, actúa de símbolo. El agua simboliza la vida y, al mismo tiempo, refleja el cielo.
Al hacerla recorrer por las las acequias crea el movimiento vital, el transcurso del Hombre por la tierra, al que también contribuye su sonido cadencioso.
La luz es muy importante para esta cultura, por lo que el agua, con sus reflejos, produce luces cambiantes. No debemos olvidar tampoco el valor purificador del agua, tal como aparece representado en el ritual de las abluciones.
¿Cómo es el jardín islámico?
El jardín islámico está constituido básicamente por una sucesión de patios rectangulares tapiados cuyo centro lo constituye una glorieta con una fuente o una alberca rodeada de árboles o arbustos. En esencia cada patio presenta una estructura dividida en cuatro partes relacionados por unos caminos en cruz cuyo centro lo constituye la glorieta.
Todo ello se encuentra circundado por galerías abiertas al jardín con espléndidos arcos ojivales. Estas arcadas proporcionan una gran belleza estética a todo el conjunto al mismo tiempo que contribuyen a crear espacios de sombra y frescor. Precisamente el contraste entre luz y sombras es una de las características más destacadas del jardín islámico.
Este jardín constituye, al igual que el jardín cristiano medieval, un jardín cerrado. Esta idea de cerrazón ya esta vigente en el jardín persa como una manera de organizar el mundo. Frente al espacio abierto del desierto, el jardín islámico constituye un oasis de paz pero, lo que es más importante, un espacio donde el hombre se siente más protegido, más seguro. Anteriormente las culturas griega o romana ya habían expresado en sus jardines el anhelo de disponer de un espacio más personal e intimo.
El jardín islámico le confiere una importancia principal a las plantas con frutos y a las plantas aromáticas. Las primeras se cultivan como alimentos, las segundas proporcionan placer al paladar y un toque de sensualidad. Los árboles proporcionan sombra. Este tipo de jardín se apoya en plantas autóctonas del lugar en donde se instala el jardín.
En el paisajismo islámico, donde las plantas se entrelazan con el agua, no podían faltar los animales. Son muy destacados los pájaros silvestres que vuelan libres entre las plantas como aquellos exóticos que se guardan en las grandes pajareras construidas para tal efecto y entre los que no faltaban faisanes o pavos reales.
Ejemplos de jardín islámico en el mundo
Entre las numerosas muestras de este tipo de jardín, cabe destacar los jardines de la Alhambra y del Generalife en Granada (España) considerados mundialmente como el exponente máximo del jardín islámico.
Este tipo de paisajismo se extendió en otros lugares del mundo produciendo manifestaciones tan importantes como el Taj Majal en Agra, un mausoleo que el soberano mahometano hindú Sha Jahan mandó construir para su esposa favorita Arjumand Banu Begam entre 1632 y 1643, cuando esta murió al dar a luz en 1631. La tumba del Taj Majal y los imponentes jardines que lo rodean constituyen el lugar histórico más importante de la India.
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30 mayo, 2023