¿Cuando está en peligro de extinción una especie animal?
Una especie animal está en peligro de extinción cuando nacen menos individuos de aquella especie de los que mueren, es decir, cuando no alcanza el número de individuos necesarios para garantizar la supervivencia de la especie.
En general, el límite crítico por debajo del cual se hallan en peligro las especies animales oscila entre 200 y 500 ejemplares. Suelen corresponder a grupos aislados, a animales con una pequeña área de distribución, es decir, que viven en una zona muy pequeña del planeta, o a especies muy especializadas.
¿Cuál es el ritmo de extinción actualmente?
Diariamente desaparecen para siempre 2 ó 3 especies de animales y plantas. Entre los animales, los anfibios son los más amenazados, mientras que donde hay menor riesgo de extinción es entre los peces.
¿Es natural que las especies se extingan?
Desde el inicio de la vida, las especies han sufrido extinciones, permitiendo el camino para el desarrollo de nuevas especies que pudieran utilizar mejor el medio ambiente. Por dicha razón, las extinciones cumplen un importante papel en la evolución de la vida, ya que, cuando ocurre una extinción en masa, se desarrollan nuevas especies para reemplazar a las que desaparecieron. De hecho, si las especies no se extinguieran para dejar sitios a seres más avanzados, la vida en la Tierra no habría progresado hasta lo que es actualmente. Los únicos organismos que existirían serían las simples criaturas microscópicas del mar, las mismas cuando comenzó la vida.
Los geólogos ya aceptan que las catástrofes mundiales, como las extinciones en masa, son sucesos normales de la historia de la Tierra. Las extinciones cumplen un importante papel en el proceso de uniformización de las especies, en el que los cambios lentos observados en la actualidad en la Tierra tuvieron sus contrapartidas en el pasado geológico. Sin embargo, ciertos periodos de extinciones en masa parece que fueron más el resultado de sucesos catastróficos que los modos acostumbrados en que se producen las extinciones, como por ejemplo, cambios sutiles en el clima o en el nivel del mar, o un incremento de la actividad de los depredadores. De modo que, las extinciones en masa se cree que han jugado un papel fundamental en las pautas de la vida a lo largo de la mayor parte de la historia de la Tierra.
¿Qué ventajas para la propia vida tiene la extinción de otras especies?
Las especies que sobreviven a una extinción son muy resistentes y tienen la capacidad de recuperarse después de los sucesivos cambios en el medio ambiente. Después de cada extinción, las especies necesitan un periodo de recuperación antes de que se esté preparado nuevamente para hacer frente a otra gran extinción. Esta es la razón que explica por qué los mamíferos tardaron tanto en acabar de diversificarse tras la extinción de los dinosaurios.
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Cada vez que tiene lugar una extinción en masa, el reloj de la evolución se pone en hora como si la vida se viera obligada a empezar de cero. Las especies que sobreviven se dispersan llenando nichos totalmente nuevos, que da como resultado especies totalmente nuevas.
La vida experimentó muchos avances extraordinarios después de la gran extinción del Pérmico hace 240 millones de años. Las especies que sobrevivieron a la extinción eran parecidas a las de hoy. Muchas de estas especies se cree que sobrevivieron a la extinción del Cretácico, lo que parece suponer que perfeccionaron las características de supervivencia que les faltaron a las demás especies.
Si los dinosaurios no se hubiesen extinguido puede que la especie humana no hubiera podido ni existir.
Sin embargo, a veces, desgraciadamente para algunas especies, la diversificación las conduce a una especialización excesiva que las hace desaparecer en la siguiente extinción.
¿Por qué la extinción de las especies es una cosa tan preocupante?
Desde el inicio de la vida en la Tierra se han extinguido entre 500 y 600 millones de especies, pero ninguna de ellas había hecho desaparecer a otra hasta que llegó el ser humano.
Durante el Paleolítico y hasta bien entrada la Edad Media, los seres humanos convivieron con armonía con los animales, salvo contadas excepciones. Este panorama cambió a partir del siglo XVI por el crecimiento de la población humana y el consiguiente aumento de la demanda de tierras de cultivo y alimentos y también por la invención de las primeras armas de fuego. Durante mucho tiempo, el ser humano fue un cazador nómada y un recolector de frutos, pero un cambio en su modo de vida alteró el equilibrio natural del planeta.
La vida en la Tierra se desarrolló en un periodo de tiempo muy largo, durante el cual las especies fueron surgiendo y extinguiéndose. Este ciclo natural cambió con la aparición y expansión de la especie humana, quien ha alterado de forma constante y creciente las especies animales y vegetales del entorno natural. Como consecuencia de ello, numerosas especies han desaparecido o se encuentran en peligro de extinción. Ahora es la propia especie humana quien debe afrontar problemas más graves, como el calentamiento global, las catástrofes naturales o la escasez de alimentos y agua potable. A raíz de esta situación ha surgido cierta concienciación y se han empezado a hacer esfuerzos para frenar el curso de los acontecimientos.
Hipótesis de Gaia
Se cree que los cambios del medio ambiente son los que controlan la evolución. Sin embargo, en 1969, el químico británico James Lovelock, dio la vuelta a este argumento al proponer la Hipótesis de Gaia. La Hipótesis de Gaia plantea que la vida tiene un cierto grado de control sobre su medio ambiente y que la biosfera mantiene las condiciones de vida óptimas, como como temperatura, composición química y salinidad en el caso de los océanos, para todos los seres vivos regulando el clima.
La Hipótesis de Gaia sugiere que la vida desde sus orígenes ha seguido una pauta bien ordenada de crecimiento, avanzando desde los organismos simples a los complejos de forma independiente a la casualidad y a la selección natural. Uno de estos cambios fue la transformación de la composición de la atmósfera de casi un 25% de dióxido de carbono a casi un 25% de oxígeno gracias a la fotosíntesis hecha por plantas y bacterias.
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14 julio, 2021