El cultivo de la trufa

¿Cómo se cultiva la trufa?

Las trufas (Riego)

Las trufas necesitan disponer de unas precipitaciones entre los 425 y los 900 litros anuales, siendo la media media más adecuada de unos 600 litros anuales. Es importante que una buena parte de estas precipitaciones se produzcan a finales de verano o durante el otoño para que este hongo produzca cosechas abundantes. Las lluvias de verano son necesarias para que se reactiven la micorrizas y crezca el micelio, mientras que las lluvias de otoño posibilitaran el crecimiento y la maduración de las trufas. Durante el invierno, la lluvia o la nieve permitirá que el hongo no se descomponga.

trufa negra
Trufa negra

Debido a que no se puede garantizar estas precipitaciones en los cultivos de trufa, sería importante que el productor estableciera un sistema de riego para facilitar la humedad necesaria y conseguir el crecimiento y el mantenimiento tanto del hongo como del árbol huésped. Se calcula que durante el mes de agosto se debería aportar por encima de los 50 litros.

Si la humedad adecuada es importante, aún lo es más el que no se produzca estancamiento en el terreno. Para ello, además de proporcionar el suelo adecuado (Véase suelo en este estudio), se deberá proporcionar un sistema de drenaje que permita la salida del agua sobrante.

Otra de las maneras de conseguir mantener la humedad del terreno durante los meses de verano es utilizar la técnica del acolchado. Para ello pueden utilizarse plantas silvestres como aliagas, brezos u otro tipo de malezas o realizar un acolchado a base de piedra caliza. Algunos productores prefieren utilizar plásticos de polietileno negro, especialmente en terrenos con una fuerte pendiente más propicios a la escorrentería. En esta caso conveniente colocar las piezas a contracorriente dejando un espacio inferior a 1 cm entre ellas para que el agua pueda penetrar.

Las trufas (Clima, ambiente y exposición)

En estado natural las trufas crecen en terrenos soleados entre los 100 y los 1500 metros sobre el nivel del mar. A la hora de la elección del terreno los mejores emplazamientos son aquellos que se establecen entre los 700 y los 1400 metros sobre el nivel del mar. En cuanto a la temperatura las trufa negra prefiere una temperatura media anual entre los 11 y los 14 ºC, siendo las temperaturas máximas óptimas entre los 23 y los 32 ºC y las temperaturas mínimas entre – 2 y – 6 ºC.

Las trufas necesitan climas con marcadas diferencias estacionales. Por eso no es conveniente elegir emplazamientos cerca de la costa dado que precisa del frío para poder producir. Por otra parte, tampoco le gusta las heladas continuas. Por ello los mejores emplazamientos en lugares fríos son los resguardados y con gran incidencia solar, mientras que en zonas con pocas precipitaciones convendrá que no crezcan en emplazamientos demasiado soleados para evitar una excesiva perdida de humedad.

La trufa necesita que el sol alcance el suelo donde se desarrollan. La mejor manera es que el sol incida de una manera indirecta.

Cuando el terreno se encuentra demasiado sombreado no se puede producir el característico quemado. Todas las labores de poda y mantenimiento de los árboles simbióticos irán destinados a producir la estructura adecuada para que la luz solar pueda incidir sobre el suelo indirectamente.

El mejor emplazamiento será aquel que presenta una ligera pendiente en lugar protegido y soleado. No conviene elegir pendientes demasiado acentuadas, puesto que en este tipo de terrenos la erosión es demasiado elevada y el laboreo demasiado difícil. Los lugares demasiado bajos, como fondos o planicies, pueden presentar problemas de encharcamiento, a no ser que se establezca un sistema de drenaje adecuado.

Las trufas (Elección de los huéspedes)

Aunque las trufas pueden asociarse con una gran cantidad de árboles y arbustos, para cultivar trufas se suelen elegir fundamentalmente las encinas. (Quercus ilex subs. ilex) y las carrascas (Quercus ilex subs. rotundifolia). En España, el 90 % de las plantaciones truferas están llevadas a cabo sobre estos árboles.

En una proporción menor se utilizan otros árboles como avellanos (Corylus avellana); robles, especialmente roble pubescente (Quercus pubescens), quejico (Quercus faginea), roble carvallo (Quercus robur), roble albar (Quercus petrae) y roble cerroide (Quercus cerroides); coscoja (Quercus coccifera);

Sin embargo pueden utilizarse también las siguientes especies de árboles y arbustos con las que las trufas forman asociaciones en estado natural:

Las trufas (terreno, abonado)

La trufa necesita un suelo gredoso. Un suelo gredoso es aquel que procede de la descomposición de las cretas o piedras calizas que contienen mucho carbonato cálcico. Es un tipo de tierra ligero y con un buen drenaje. Presenta un color marrón claro o blanquecino. Se trata de un suelo suelto con buena capacidad para la aireación y la filtración de las aguas. Sería también interesante que fuese un suelo en el que existiese una buena presencia de actividad biológica subterránea, como hormigueros, galerías de lombrices. Esta actividad enriquece el subsuelo y aumenta la aireación.

A simple vista debe verse que no se trata de un suelo compactado sino grumoso en el que se deben distinguir visualmente los granos, las piedras y las partículas que lo forman. No son adecuados los suelos arcillosos, demasiado compactados porque retienen demasiado el agua y no permiten la aireación. Los suelos de color claro son los más indicados ya que indican la presencia de caliza activa, mientras que descartaremos los suelos oscuros porque son demasiado ricos en materia orgánica (La materia orgánica ideal se sitúa sobre el 3 % y no debería ser superior a un 8 %) Los suelos rojizos tampoco son adecuados porque que indican la presencia de demasiado hierro. No se consideran adecuados los suelos que presentan demasiada acidez (suelos con turba, suelos encharcados o demasiado ricos en nitrógeno), exceso de sal, de yeso o de sílice. (Véase más información sobre tipos de suelo)

Las trufas prefieren los suelos alcalinos. Se considera que este suelo debería tener un pH entre 7.5 y 8, siendo 8.5 el nivel máximo.

Las condiciones ideales para el cultivo de la trufa deberían tener en cuenta el tipo de suelo requerido debiendo realizar las enmiendas necesarias para mejorar el suelo en caso de no cumplirse estas condiciones. Para medir la presencia de carbonatos en el suelo se podría realizar la prueba del salfumán, echando unas gotas de este compuesto en el suelo para ver si reacciona hirviendo. Para suelos demasiado ácidos o con un pH demasiado elevado se deberían adoptar una serie de medidas compensatorias (Ver más información sobre Mejorar los suelos)

Con un suelo bien equilibrado no hace falta abonar hasta que las trufas manifiesten con el paso de los años una bajada en la producción. En este caso puede ser necesario la adición de fosfatos. Las trufas no requieren abonos nitrogenados, la inclusión de los cuales puede resultar contraproducente.

A la hora de elegir un terreno para la explotación de la trufa es importante elegir aquellos terrenos en que existan pocos hongos micorrizógenos que les hagan la competencia. Llamamos hongos micorrizógenos a aquellos que viven en simbiosis con las raíces de las plantas. Por este motivo, se cree que los terrenos cultivados, como viñas, olivares, etc., son mejores que los terrenos forestales, dado que estos últimos suelen tener una riqueza mayor de este tipo de hongos.

Las trufas (Preparación del terreno, implantación de la trufera y labores de mantenimiento)

Una vez elegido el terreno adecuado, éste debe prepararse adecuadamente antes de la implantación de la trufera. Esta labor se realiza un año antes de la plantación durante el verano y otoño. Los primero que se debe hacer es arar o subsolar el terreno para descompactar el mismo. Si el suelo ya es lo bastante permeable, bastara una simple labor de gradeo.

Posteriormente se marcaran con estacas los puntos donde se van a plantar las plantas huéspedes.

Una vez realizada la preparación del terreno, se procede a la implantación de la trufera. Para ello se pueden utilizar dos métodos:

  • Elegir árboles jóvenes que ya contengan el hongo en sus raíces.
  • Plantar árboles jóvenes procedentes de viveros previamente micorrizados.

Más información sobre las trufas en el listado inferior.

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Este artículo ha sido avalado por Vicente Martínez Centelles - Fundador de la web y director. Profesor de ciencias naturales, experto en plantas, remedios naturales y fotografía botánica.
Editorial
Escrito por Editorial Equipo de Botanical-online encargado de la redacción de contenidos

21 febrero, 2024

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